jueves, 27 de septiembre de 2012

Blancanieves, de Pablo Berger





País: España. Dirección y guión: Pablo Berger. Intérpretes: Maribel Verdú, Daniel Giménez Cacho, Ángela Molina, Sofía Oria, Inma Cuesta, Macarena García, Josep Maria Pou, Pere Ponce, Ramón Barea. Argumento: Jacob Grimm (cuento), Wilhelm Grimm (cuento). Género: Melodrama gótico. Música: Alfonso Vilallonga. Fotografía: Kiko de la Rica. Duración: 104 minutos. Distribuye en cine: Wanda. Contenidos: S. Calificación por edades: Apta para todos los públicos. Estreno: 28-09-2012.


Blancanieves torera

¿Se puede hacer algo original con el cuento de Blancanieves? Pues sí, y lo ha conseguido un director español con la tercera película que se estrena, en lo que va de año, sobre este personaje (las otras dos son versiones americanas del relato de los hermanos Grimm, protagonizadas por Julia Roberts y Charlize Theron). ¿Cómo lo ha logrado? Pues haciendo un filme en blanco y negro, mudo y ubicado en la Sevilla de los años 20. En este caso, la malvada madrastra es una perversa Maribel Verdú.

Trailer de Blancanieves

Después del éxito de The Artist, se ve que aquello no fue una moda pasajera, pues Blancanieves, de Pablo Berger, ha sido elegida por la Academia Española de cine para representarnos en los premios Oscar. Y la elección de la academia ha sido acertadísima, porque este filme nos presenta el clásico cuento como nunca se había hecho: el padre de Blancanieves (que en realidad se llama Carmencita) es un afamado torero, y su madre una cantaora; los siete enanitos son, por supuesto, también toreros, y la malvada madrastra es una advenediza que ha entrado en la jet set de la época usando sus malas artes; y no podemos olvidar al gallo Pepe (si optan al Oscar los perros deberían poder optar, a partir de ahora, también los gallos).


El ritmo de la película es agilísimo, no decae en ningún momento; la música acompaña perfectamente a la acción y a las imágenes; vemos a los personajes amar, sufrir, rezar y llorar como si estuviéramos ante un filme mudo de Murnau o Griffith, pero adaptado a la mentalidad contemporánea: por eso se ha cuidado no molestar a nadie; por ejemplo, creo que tanto los aficionados como los adversarios del toreo disfrutarán con esta cinta. Eso sí, no es un cuento para niños con final feliz y comieron perdices… pero es una obra que roza lo magistral.




















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