País: EE.UU. Dirección: Peter Berg. Intérpretes: Will Smith, Charlize Theron, Jason Bateman. Guión: Vincent Ngo, Vince Gilligan. Música: John Powell. Fotografía: Tobias A. Schliessler. Distribuye en Cine: Sony. Duración: 90 min. Público apropiado: Jóvenes. Género: Acción, Comedia, Drama, Fantástico. Estreno: 18-07-2008
John Hancock tiene una innata capacidad de volar, una fuerza descomunal y es inmune a los disparos. Pero se trata de un héroe atípico, más bien parece un vagabundo borracho, un ser marginal que, a diferencia de los héroes clásicos, es odiado por sus conciudadanos. Sus paisanos no entienden por qué, cada vez que Hancock sale a la caza de unos delincuentes, acaba arrasando todo el mobiliario urbano. Y los modales del supuesto benefactor de la ciudad tampoco facilitan demasiado que la gente sienta afecto por él. Todo cambia cuando salva la vida a Ray, un experto en marketing, que demuestra su agradecimiento a John convirtiéndose en su asesor de imagen.
Hancock nos ofrece una original visión del héroe, en la que se busca reflejar su carácter más íntimo, sus dudas y el dilema planteado al protagonista por una inesperada pasión amorosa, a la que deberá renunciar si desea seguir luchando por el bien de la humanidad. Todo esto sin escatimar espectaculares escenas de acción y brillantes efectos especiales.
Will Smith sale airoso de este reto interpretativo, y vuelve a demostrar su capacidad para los papeles dramáticos, aunque sin eludir cierto tono cómico.
Obsesionados por el físico
Pero hay un tema de fondo que Hancock pone sobre el tapete, y es el consabido culto a la imagen que absorbe a nuestra sociedad. Una obsesión potenciada por los medios de comunicación, lo que plantea un problema ético importante, por ejemplo, en el caso de la anorexia (aunque la responsabilidad no sea exclusiva de los medios). No hay nada ilegal en usar modelos televisivos especialmente delgados. Pero la dimensión alcanzada por esta enfermedad en nuestro país (con un elevado incremento de adolescentes afectados), requirió la formación de una Comisión especial del Senado en noviembre de 1999. Dicha comisión (en la que colaboraron profesionales de los medios, médicos, filósofos, sociólogos, etc.) estudió el tema y elaboró unas conclusiones y unas recomendaciones deontológicas.
La anorexia y una comisión del Senado
Dicha comisión ha detectado que se ha producido un desplazamiento de algunos valores sociales existentes por otros establecidos por la cultura de masas y del consumismo, entre los que podríamos señalar:
a) La cultura del éxito, el cual aparece como un bien supremo que se identifica con la felicidad y al que se debe aspirar a cualquier precio;
b) la exaltación del culto al cuerpo, vinculada a la cultura unisex, ha creado el estereotipo de la extrema delgadez, asociada a belleza y éxito, y, en el caso de la mujer, la negación de lo femenino, dando origen a una imagen de mujer andrógina;
c) la juventud ha pasado de ser una etapa de la vida a ser un valor al que rendimos culto. Lo joven se ha divinizado. La floreciente y poderosa industria de la belleza, la moda, los cosméticos, las dietas, la cirugía estética, los gimnasios, incluso algunos juguetes ejercen una enorme influencia al definir, legitimar y propagar, a través de los medios de comunicación, un modelo corporal de belleza que glorifica la eterna apariencia de juventud.
Consecuentemente, se crean y se imponen modelos o patrones socioculturales en detrimento de los que la familia y la escuela pueden ofrecer. Por todo ello, una parte importante de la juventud no ha aprendido a asumir responsabilidades, ni a afrontar contrariedades, generándose situaciones de baja autoestima, falta de identidad y ausencia de aceptación de sí mismos, creándose una dependencia en cuanto a líderes de grupo que encarnan falsos mensajes procedentes del cine, la TV y el ambiente en general. La publicidad, como comunicación interesada que lo único que debería pretender es informar al público de un determinado mensaje comercial, abusa de forma reiterada e inadecuada de la figura de un estereotipo de mujer como reclamo publicitario.
Modelos de mujer y de hombre
En todos estos casos se crea un gran desconcierto en la juventud, sobre la que se ejerce una fuerte presión para adelgazar. Por eso se recomienda a los medios de comunicación, especialmente las radios y televisiones públicas, deben esforzarse por promover mensajes en los que no sea tan importante el aspecto externo como el contenido, la inteligencia, el ingenio, el esfuerzo, la cultura (el filme de Patricia Cardoso Las mujeres de verdad tienen curvas, aunque cae en algún tópico, rompe una lanza en favor de las mujeres metidas en carnes). En este sentido se considera muy necesaria la presentación, por parte de dichos medios, de más personajes de creadores, investigadores, etcétera como otros modelos a imitar por parte de los jóvenes.
John Hancock tiene una innata capacidad de volar, una fuerza descomunal y es inmune a los disparos. Pero se trata de un héroe atípico, más bien parece un vagabundo borracho, un ser marginal que, a diferencia de los héroes clásicos, es odiado por sus conciudadanos. Sus paisanos no entienden por qué, cada vez que Hancock sale a la caza de unos delincuentes, acaba arrasando todo el mobiliario urbano. Y los modales del supuesto benefactor de la ciudad tampoco facilitan demasiado que la gente sienta afecto por él. Todo cambia cuando salva la vida a Ray, un experto en marketing, que demuestra su agradecimiento a John convirtiéndose en su asesor de imagen.
Hancock nos ofrece una original visión del héroe, en la que se busca reflejar su carácter más íntimo, sus dudas y el dilema planteado al protagonista por una inesperada pasión amorosa, a la que deberá renunciar si desea seguir luchando por el bien de la humanidad. Todo esto sin escatimar espectaculares escenas de acción y brillantes efectos especiales.
Will Smith sale airoso de este reto interpretativo, y vuelve a demostrar su capacidad para los papeles dramáticos, aunque sin eludir cierto tono cómico.
Obsesionados por el físico
Pero hay un tema de fondo que Hancock pone sobre el tapete, y es el consabido culto a la imagen que absorbe a nuestra sociedad. Una obsesión potenciada por los medios de comunicación, lo que plantea un problema ético importante, por ejemplo, en el caso de la anorexia (aunque la responsabilidad no sea exclusiva de los medios). No hay nada ilegal en usar modelos televisivos especialmente delgados. Pero la dimensión alcanzada por esta enfermedad en nuestro país (con un elevado incremento de adolescentes afectados), requirió la formación de una Comisión especial del Senado en noviembre de 1999. Dicha comisión (en la que colaboraron profesionales de los medios, médicos, filósofos, sociólogos, etc.) estudió el tema y elaboró unas conclusiones y unas recomendaciones deontológicas.
La anorexia y una comisión del Senado
Dicha comisión ha detectado que se ha producido un desplazamiento de algunos valores sociales existentes por otros establecidos por la cultura de masas y del consumismo, entre los que podríamos señalar:
a) La cultura del éxito, el cual aparece como un bien supremo que se identifica con la felicidad y al que se debe aspirar a cualquier precio;
b) la exaltación del culto al cuerpo, vinculada a la cultura unisex, ha creado el estereotipo de la extrema delgadez, asociada a belleza y éxito, y, en el caso de la mujer, la negación de lo femenino, dando origen a una imagen de mujer andrógina;
c) la juventud ha pasado de ser una etapa de la vida a ser un valor al que rendimos culto. Lo joven se ha divinizado. La floreciente y poderosa industria de la belleza, la moda, los cosméticos, las dietas, la cirugía estética, los gimnasios, incluso algunos juguetes ejercen una enorme influencia al definir, legitimar y propagar, a través de los medios de comunicación, un modelo corporal de belleza que glorifica la eterna apariencia de juventud.
Consecuentemente, se crean y se imponen modelos o patrones socioculturales en detrimento de los que la familia y la escuela pueden ofrecer. Por todo ello, una parte importante de la juventud no ha aprendido a asumir responsabilidades, ni a afrontar contrariedades, generándose situaciones de baja autoestima, falta de identidad y ausencia de aceptación de sí mismos, creándose una dependencia en cuanto a líderes de grupo que encarnan falsos mensajes procedentes del cine, la TV y el ambiente en general. La publicidad, como comunicación interesada que lo único que debería pretender es informar al público de un determinado mensaje comercial, abusa de forma reiterada e inadecuada de la figura de un estereotipo de mujer como reclamo publicitario.
Modelos de mujer y de hombre
En todos estos casos se crea un gran desconcierto en la juventud, sobre la que se ejerce una fuerte presión para adelgazar. Por eso se recomienda a los medios de comunicación, especialmente las radios y televisiones públicas, deben esforzarse por promover mensajes en los que no sea tan importante el aspecto externo como el contenido, la inteligencia, el ingenio, el esfuerzo, la cultura (el filme de Patricia Cardoso Las mujeres de verdad tienen curvas, aunque cae en algún tópico, rompe una lanza en favor de las mujeres metidas en carnes). En este sentido se considera muy necesaria la presentación, por parte de dichos medios, de más personajes de creadores, investigadores, etcétera como otros modelos a imitar por parte de los jóvenes.
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