País: EE.UU. Dirección: Ridley Scott. Intérpretes: Russell Crowe, Cate Blanchett, Mark Strong, Danny Huston, William Hurt, Max Von Sydow, Oscar Isaac. Guión: Brian Helgeland, Ethan Reiff, Cyrus Voris. Música: Marc Streitenfeld. Fotografía: John Mathieson. Distribuye en Cine: Universal. Duración: 141 min. Público apropiado: No recomendada para menores de 12 años. Género: Aventuras. Estreno: 13-05-2010. Contenidos: VSD.
Robin versus Gladiator
Robin Longstride es un arquero al servicio de Ricardo Corazón de León que ha recorrido medio mundo siguiendo al monarca inglés en sus cruzadas. Cuando el rey muere durante el asalto a un castillo francés, Robin deserta con un grupo de compañeros, pero una serie de sucesos fortuitos le llevan a tener que asumir la identidad de un noble muerto en una emboscada. Robin deberá dirigirse a casa del padre del caballero fallecido para cumplir una promesa. Allí conocerá a su viuda, una mujer bella y fuerte llamada lady Marian.
Ridley Scott lleva a la gran pantalla a un personaje legendario retratado más de treinta veces por el celuloide. Para ello, siguiendo la táctica habitual en estos casos, nos ofrece una precuela, es decir, la historia de cómo Robin Longstride se convirtió en Robin Hood. El saldo positivo de la película se reduce a un reparto de lujo y una recreación de la Edad Media magistral, a nivel de decorados y escenarios, porque en cuanto al rigor histórico, el director inglés vuelve a caer en sus errores habituales: demasiados tópicos, carencia de matices y un enfoque de los temas demasiado políticamente correcto.
Por otra parte, el metraje del film resulta excesivo y puede llegar a cansar al espectador, aunque abunde la acción trepidante. Y es que todo en este Robin Hood sabe a déjà vu (incluso se permite Scott imitar a Spielberg en la escena del desembarco en la playa), y sin embargo no logra provocar emoción alguna en el público, que asiste impasible al espectáculo visual que exhibe el director inglés; un error imperdonable en un filme de aventuras, épico y de forja heroica, como es éste. La idea de Scott de hacer una especie de Gladiator medieval ha fracasado sin remedio.
Pues lo más difícil es conseguir un buen guión, pero una vez conseguido todo se vuelve sencillo: historia, historia, historia, suele remachar el realizador inglés. Pero en este caso, como en otros, no se ha aplicado la lección. Un defecto que mancha la irregular filmografía de Ridley Scott. Pero los nostálgicos nos consolaremos volviendo a ver una y otra vez su obra maestra indiscutible y no superada: Blade Runner y cuatro o cinco cintas más.
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