País: EE.UU. Dirección: Ron Howard. Intérpretes: Tom Hanks, Ayelet Zurer, Ewan McGregor, Stellan Skarsgård, Armin Mueller-Stahl, Nikolaj Lie Kaas. Guión: David Koepp, Akiva Goldsman. Música: Hans Zimmer. Fotografía: Salvatore Totino. Distribuye en Cine: Sony. Duración: 138 min. Público apropiado: Mayores de 16 años. Género: Thriller. Estreno: 15-05-2009. Contenidos: V.
Conspiración de silencio
Varios días después de la muerte del Papa se reúne el cónclave de cardenales para la elección del futuro Sumo Pontífice. Pero el secuestro de cuatro purpurados considerados favoritos en la votación crea una crisis en el Vaticano, sobre todo al saberse que los autores del suceso se atribuyen el nombre de una antigua sociedad secreta, Los Illuminati, hostil a la Iglesia y que ha colocado una bomba de antimateria en las grutas vaticanas. Para evitar una tragedia, los agentes de la guardia suiza solicitan la ayuda de un profesor agnóstico, Robert Langdon, y de una joven científica italiana.
Ángeles y demonios se presenta como una secuela de El Código da Vinci pero en realidad es una precuela, pues fue escrita hace diez años por Dan Brown y sólo tras el éxito del Código se ha reeditado y llevado al cine. Por tanto, con Ángeles y demonios volvemos a tener más de lo mismo: tramas inverosímiles, errores históricos apabullantes, descripciones grotescas sobre la Iglesia, etc. Y aunque Ron Howard ha intentado eliminar algunas de las más sonoras patochadas de Brown no se ha librado del todo de la arrogante ignorancia del novelista.
Religión y ciencia
En Ángeles y demonios aflora una visión muy pobre del supuesto conflicto entre fe religiosa y ciencia: aquella que ve a la Iglesia como una institución intolerante y enemiga del progreso científico. Un tema que daría para mucho, pero para no aburrir al lector me limito a mencionar dos hechos históricos que el tándem Howard-Brown tal vez desconozca (¿o conspira para ocultarlos…?): a) Los más prestigiosos historiadores de la ciencia reconocen que ésta surge en el Renacimiento gracias a la idea de que el cosmos es racionalmente comprensible y es un único sistema de fuerzas, conceptos que se derivan de la creencia judeocristiana en un único ser racional como creador del universo: Dios; y b) cuando se apela al Big Bang como alternativa a Dios me dan ganas de reír a mandíbula batiente: ¿quién fue uno de los primeros en formular esa hipótesis? George Lemaître, un sacerdote y astrónomo belga. ¿Lo sabían? Esto sí que es conspiración de silencio.
La conjura de los necios
Y la verdad es que películas como Ángeles y demonios parecen ser un claro reflejo de nuestra sociedad posmoderna, caracterizada por la ausencia de reflexión (algo a lo que contribuye enormemente el ritmo endiablado del filme) y por una supina ignorancia no solo en temas de religión sino también de historia, arte, ciencia o filosofía. Y a ese público va dirigida Ángeles y demonios. Un público que, parafraseando a Chesterton, ya no cree en Dios pero sí cree en cualquier sandez.
Con Ángeles y demonios Ron Howard confirma su incapacidad para llegar a ser un autor cinematográfico, y parece decirnos que se conforma con ser un simple artesano que sólo acierta cuando filma historias reales y profundas como El desafío, Apolo XIII o Una mente maravillosa, y no bodrios increíbles de religión ficción.
3 comentarios:
Está clarísimo. Más de lo mismo. Gracias por la información, y sacaremos tiempo para ver buenas películas, pero no bodrios. Claro que algunos tenéis que haceros el harakiri para informar de tales desaguisados.
Un abrazo
Me gusta tu blog. Lo incluyo en mi blogroll. Veo que tenemos gustos muy parecidos...
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